ÉPOCA COLONIAL - REAL AUDIENCIA DE CHARCAS
LA MEDICINA INDÍGENA
Cuando los españoles llegaron a tierras americanas, pudieron comprobar que los indígenas no desconocían el arte de curar. Guiados por el instinto de conservación, los aborígenes aplicaban las propiedades curativas de las hierbas, las plantas y hasta las vísceras de ciertos animales, para mitigar los dolores. Con procedimientos primitivos —en que buscaban la colaboración de la brujería y el fetichismo— aplicaban remedio a enfermedades desconocidas por los europeos, como las fiebres tropicales, la disentería y el paludismo. En caso de infecciones o mordeduras de animales ponzoñosos, acercaban la herida al fuego" hasta que ya no podían soportar el calor".
En el Imperio Incaico se realizaron difíciles intervenciones como la trepanación craneana, demostrada en los hallazgos arqueológicos, el arte de curar entre los indígenas fue siempre muy útil a curanderos, exorcistas y hechiceros. La superstición del aborigen le permitió creer en la existencia de espíritus maléficos causantes de las enfermedades.
Desde el punto de vista científico, no puede dudarse que los médicos españoles encontraron en el Nuevo Mundo sencillas y útiles nociones empíricas, surgidas de hombres que vivían en contacto directo con la naturaleza. El hecho es indiscutible —escribió el historiador Furlong— y el encuentro de la medicina europea con la americana no fue un choque sino un abrazo. Ninguna de las dos repudió a la otra, antes se complementaron espléndidamente.
El aporte de la medicina indígena se reflejó en los siguientes progresos científicos:
a) Enriquecimiento de la farmacopea con nuevas drogas, como la jalapa, la quina, la coca, el bálsamo, la poligala, la zarzaparrilla, etcétera.
b) Se imprimieron en España —más tarde en América— textos sobre el empleo de esos medicamentos.
Nueva forma de encarar la terapéutica, hasta esa época sujeta a las doctrinas aristotélicas y galénicas.
d) Fueron enviadas expediciones científicas a las nuevas tierras, la primera de ellas a cargo de un Protomédico General de Indias
Desde el punto de vista científico, no puede dudarse que los médicos españoles encontraron en el Nuevo Mundo sencillas y útiles nociones empíricas, surgidas de hombres que vivían en contacto directo con la naturaleza. El hecho es indiscutible —escribió el historiador Furlong— y el encuentro de la medicina europea con la americana no fue un choque sino un abrazo. Ninguna de las dos repudió a la otra, antes se complementaron espléndidamente.
El aporte de la medicina indígena se reflejó en los siguientes progresos científicos:
a) Enriquecimiento de la farmacopea con nuevas drogas, como la jalapa, la quina, la coca, el bálsamo, la poligala, la zarzaparrilla, etcétera.
b) Se imprimieron en España —más tarde en América— textos sobre el empleo de esos medicamentos.
Nueva forma de encarar la terapéutica, hasta esa época sujeta a las doctrinas aristotélicas y galénicas.
d) Fueron enviadas expediciones científicas a las nuevas tierras, la primera de ellas a cargo de un Protomédico General de Indias
En la época precolombina, los incas y los aymaras, contaban con medios terapéuticos rudimentarios, pero efectivos para su tiempo, que con el correr de los años siguen siendo utilizados, inclusive en nuestros días está reviviendo la costumbre de emplear muchas plantas medicinales con buenos resultados como preconiza la medicina callahuaya.(10)
QUECHUAS Y AYMARAS
En el Ckollansuyo, habitaron los “Charcas”, que estuvieron constituidos por los “quillacas”,”sipe-sipes”, “cundu-cundus” “yamparas” y otros grupos, habitantes de las punas y de los valles templados.
Los charcas integraron la nación aymara que por sucesivas invasiones de los incas, adoptaron gran parte de sus costumbres y su idioma, de tal manera que el quechua hablado en Chuquisaca tiene un gran porcentaje de términos de aquella lengua, así tenemos el ejemplo de “Pampa Yampara” que es de origen aymara (9)
Para el quechua, el origen de muchas enfermedades constituye un misterio, para diagnosticarlas y curarlas se recurría simultáneamente a explicaciones y remedios de tipo cósmico ancestral, incluyendo una rica tradición en el manejo de la farmacopea andina.
El campesino que disminuye los riesgos agrícolas sembrando muchas especies en diferentes lugares y tiempos distintos, actúa con este mismo criterio ante la enfermedad.
Para el quechua, el origen de muchas enfermedades constituye un misterio, para diagnosticarlas y curarlas se recurría simultáneamente a explicaciones y remedios de tipo cósmico ancestral, incluyendo una rica tradición en el manejo de la farmacopea andina.
El campesino que disminuye los riesgos agrícolas sembrando muchas especies en diferentes lugares y tiempos distintos, actúa con este mismo criterio ante la enfermedad.
La concepción autóctona no distingue entre enfermedades-curaciones, de tipo mágico y otras de tipo natural; es mucho más unitaria, como un sistema de relaciones entre el cuerpo, sus varias almas, la sociedad y el cosmos lleno de seres tan vivos y reales como nosotros, como partes inseparables que componen un todo armónico. La medicina andina asume una ideología globalizadora de cuerpo y espíritu, persona, sociedad y cosmos; posee curas naturales, cuidados personales y remedios rituales que facilitan la respuesta adecuada del enfermo andino.
Yatiri, el brujo o vidente era el que interpreta en las hojas de coca dispersas, no solo las causas de las enfermedades, sino otras situaciones por las que fue consultado. Realizaba el diagnóstico y la curación de todo tipo de desorden físico-psíquico-cósmico (incluidas las enfermedades), por haber sido tocado por el rayo o haber recibido poderes superiores ya desde su nacimiento. Era a la vez médico, adivino y sacerdote, dominaba los recursos rituales, aunque conocía también los naturales. Dentro de estos el jampiri o qulliri (el que cura) estuvo especializado en enfermedades y tuvo un amplio conocimiento de las plantas y otros recursos naturales medicinales.
Los Amautas, sabios de la nobleza incaica, fueron los supervisores de la ciencia, realizaban interpretaciones astrológicas, pronosticaban el tiempo, fueron formados en una escuela en el Cuzco denominada Yanahuasi.
Yatiri, el brujo o vidente era el que interpreta en las hojas de coca dispersas, no solo las causas de las enfermedades, sino otras situaciones por las que fue consultado. Realizaba el diagnóstico y la curación de todo tipo de desorden físico-psíquico-cósmico (incluidas las enfermedades), por haber sido tocado por el rayo o haber recibido poderes superiores ya desde su nacimiento. Era a la vez médico, adivino y sacerdote, dominaba los recursos rituales, aunque conocía también los naturales. Dentro de estos el jampiri o qulliri (el que cura) estuvo especializado en enfermedades y tuvo un amplio conocimiento de las plantas y otros recursos naturales medicinales.
Los Amautas, sabios de la nobleza incaica, fueron los supervisores de la ciencia, realizaban interpretaciones astrológicas, pronosticaban el tiempo, fueron formados en una escuela en el Cuzco denominada Yanahuasi.
Los Kallawayas, alcanzaron su apogeo en las prácticas médicas, es posible que existieron como un grupo especializado mucho antes, la primera referencia que se tiene corresponde al siglo XVIII, en los escritos de Guaman Poma los menciona diciendo: “llevaban resinas aromáticas, incienso, quinina, yerbas medicinales, recorrían todo el territorio del virreinato, restituyendo la salud con la juiciosa aplicación de mezclas de yerbas y virtudes específicas a diversas enfermedades” (6)
Cada kallawaya conocía entre 300 a 350 especies vegetales diferentes, la división entre plantas calidas y frescas, las primeras se utilizaron para sacar el calor, tratar la fiebre, provocar sudores, curar las insolaciones; las segundas se utilizaron para tratar las fiebres menores, debilidades, anemias, enfriamientos musculares etc. Su utilización simultáneamente en las prácticas médicas mágicas y rituales tanto por los quechuas como por los aymaras (5)
A finales del siglo XVIII circularon en Charcas libros manuscritos que describían las propiedades curativas de las plantas y animales, en 1769 se escribió un manuscrito que recopiló diversos conocimientos de la medicina indígena, escrito por el médico Martín Melgar, dicho manuscrito fue publicado en 1943 por Don Gunnar Mendoza, Director del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (6). Las medicinas se vendían en los mercados por los mercachifles, conocidos con el nombre de khapachaquis, en esos puestos de venta se encontraban las yerbas medicinales: copal. romero, manzanilla, cascarilla y los tres minerales que encierran el alumbre nativo.
La coca (ccoca o kuka) es utilizada desde la mas remota antigüedad, ¿Cuándo se la descubrió?, es una interrogante que ha quedado en el misterio. Una leyenda hace coincidir la aparición de la coca con las alteraciones geológicas que se produjeron en el macizo andino del continente. Khuno, el señor de la tempestad, del rayo y del trueno, se volvió celoso y egoísta por el poder que ostentaban los auquis (consejeros ancianos) y los jilakatas (jefes o capataces) para disponer la quema de los bosques, ello desato la furia de Khumo que envió a la tierra rayos truenos, relámpagos, tormentas con lluvias y granizo, asolando los sembradíos. Los pobladores sobrevivientes deambularon en busca de alimentos, encontraron el arbusto de la coca, provistos de ese hallazgo pudieron sobre llevar sus necesidades, a esa planta le pusieron el nombre de kukka, le atribuyeron diferentes cualidades sagradas, por esa razón su consumo en principio fue solo autorizado en los rituales religiosos y grandes festividades, era de tanta estimación la hoja, que solo la conocían los reyes y nobles… a los plebeyos les era prohibido su uso sin licencia del Inca (3). Ramas de coca ceñían la frente de los héroes, adornaban sus altares, los adivinos usaban las hojas de coca para pronosticar la ventura o la desgracia, a decir de Gracilazo de la Vega “echavan la yerba llamada cuca, como diziendo que la ofrescian a la Pachamama lo mas preciado que llevaban”(2).
Los conocimientos empíricos sobre la utilización de yerbas y demás menjurjes, fueron el fruto de una largísima práctica, con éxitos y desengaños, que a través del tiempo pasaron a integrar el acervo de la sabiduría de los hechiceros y curanderos. (6)
Los conocimientos empíricos sobre la utilización de yerbas y demás menjurjes, fueron el fruto de una largísima práctica, con éxitos y desengaños, que a través del tiempo pasaron a integrar el acervo de la sabiduría de los hechiceros y curanderos. (6)
Louis Girault,(8) ciudadano francés, que falleció en La Paz, publico un libro intitulado “Guerisseurs Iterants des Andes”, en esas observaciones Girault, se refiere al uso sistemático de una farmacopea vegetal, constituye una de las colecciones de plantas mas grande del mundo, relacionada con los principios activos de las plantas, la constatación del uso de mas de 980 especies botánicas, el conocimiento de los efectos farmacológicos, así como la clasificación, los métodos de recolección y el uso del nombre de las plantas tanto en quechua (khesbwa) y aymara, implica una larga traición de empirismo médico que emergió en el devenir de la Colonia en el siglo XVII, como una necesidad para llenar un vacio
El alcohol,- Los habitantes del continente americano, utilizaban una variedad de bebidas alcohólicas, entre ellas la mas conocida la chicha en base a la fermentación de la harina de maiz. El Padre Acosta manifiesta “No les sirve a los indios el maíz solo de pan sino también de vino, porque de él hacen sus bebidas, con que se embriagan. El vino de maíz en el Pirú se llama azúa, en el Alto Perú akha”. En las tumbas antiguas (chullpas) no faltan los vasos de arcilla con huellas de chicha y las mazorcas de maiz junto a las hojas de coca para alimentar al difunto en la otra vida (2)
Las trepanaciones realizadas por las culturas Pre Colombinas en los territorios de nuestra América Latina, fueron efectuadas por la cultura Tiwanakota, siglos antes de la cultura Incaica. Esta se desarrolló aproximadamente a partir de 1300 hasta su caída con la captura de Atahuallpa por Pizarro en 1532, y algunos autores atribuyen equivocadamente la autoría de las trepanaciones a los Incas, ya que por estudios realizados en diversas piezas arqueológicas y la cerámica, se ha establecido con absoluta certeza que estas prácticas se remontan a los primeros periodos de la cultura y civilización de Tiwanaku, establecida en los territorios que actualmente ocupan parte de Bolivia y del Perú. Por todos los datos obtenidos estamos convencidos que esta practica se llevo a cabo en vida de los sujetos, por la presencia de signos de regeneración ósea que se perciben examinando los bordes de las craneotomías, pudiéndose apreciar la sustitución de los alvéolos de la capa esponjosa del diploe por el tejido compacto, lo que demuestra en forma contundente un proceso de osificación. Esto nos prueba que las trepanaciones fueron seguidas de una sobrevida más o menos prolongada (1).
En la antigua practica de deformación de los cráneos, Pachacutec Inca Manco Cápac. ordeno que se amarre la cabeza de los niños recién nacidos para que crezcan con deficiencia mental, ya que los indios con cabeza grande y redonda eran muy emprendedores y muy desobedientes. Les interesaba que las gentes tengan la cabeza larga y deformada para que sean obedientes (2)
La Cirugía, a decir de Gracilazo de la Vega “los españoles al pisar tierra americana, comprobaron que la medicina en general y la cirugía en particular, eran superiores a las de ellos. El mismo Hernán Cortés prefirió hacerse curar una herida de la cabeza con un indígena, antes que con sus coterráneos” (5)
La anestesia no era desconocida, un procedimiento práctico fue la alcoholización, muchas operaciones fueron realizadas bajo el efecto del alcohol: perforaciones de las orejas, amputaciones, trepanaciones del cráneo etc. Practicaban las sangrías, el objeto no fue precisamente eliminar la sangre, sino el dolor y otros fenómenos locales. Utilizaban diferentes instrumentos: espinas, huesos, dientes, el mas utilizado fue la lanceta o punta de pedernal. Una de las indicaciones corrientes de las sangrías era las cefaleas. En casos de congestión visible de la cara o del alcoholismo agudo, la indicación era la sangría urgente.
Las heridas fueron suturadas con cabello humano o fibras vegetales, mediante agujas de madera o hueso
BIBLIOGRAFÍA
1.- Alvarado Ramiro “Trepanaciones y deformaciones craneales en Tiwuanaco” http://www.revistamedica.8m.com/histomed120B.htm
2.- Balcazar Juan Manuel “Historia de la Medicina en Bolivia”, Edición “Juventud” La Paz 1956).
3- Cobo Bernabé, “Historia del Nuevo Mundo”
4.- Antonio Escorza http://www.lagranepoca.com).
5.- Gracilazo de la Vega, Inca “Comentarios Reales de los Incas” Buenos Aires 1943
6- Guaman Poma de Ayala “Nueva crónica y Buen Gobierno” México 1930
7- Rodríguez Rivas Julio. “Médicos y Brujos en el Alto Perú” Edit Los Amigos del Libro Cochabamba 1989)
8- Girault Louis, Kallawaya” París 1984 (reimpresión)
9.-Marquiegui Jose María “Resumen historia del Ckollansuyo, Charcas, hoy Bolivia”. Edit Salesiana Sucre 1938
10.- Sánchez Jaime “Contribución a la Historia a la Medicina Chuquisaqueña” Arch. Bol de Med. 24; 1985
2.- Balcazar Juan Manuel “Historia de la Medicina en Bolivia”, Edición “Juventud” La Paz 1956).
3- Cobo Bernabé, “Historia del Nuevo Mundo”
4.- Antonio Escorza http://www.lagranepoca.com).
5.- Gracilazo de la Vega, Inca “Comentarios Reales de los Incas” Buenos Aires 1943
6- Guaman Poma de Ayala “Nueva crónica y Buen Gobierno” México 1930
7- Rodríguez Rivas Julio. “Médicos y Brujos en el Alto Perú” Edit Los Amigos del Libro Cochabamba 1989)
8- Girault Louis, Kallawaya” París 1984 (reimpresión)
9.-Marquiegui Jose María “Resumen historia del Ckollansuyo, Charcas, hoy Bolivia”. Edit Salesiana Sucre 1938
10.- Sánchez Jaime “Contribución a la Historia a la Medicina Chuquisaqueña” Arch. Bol de Med. 24; 1985
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PROTOMEDICATO
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Dr. Antonio Dubravcic Luksic
Fueron pocos los médicos que llegaron con los conquistadores y de conocimientos reducidos se menciona a los maestros Alonso y Diego (cuyos apellidos no se han conservado) médico el primero y cirujano el segundo, que acompañaron a Cristóbal Colon en el descubrimiento del Nuevo Mundo.
En su recorrido por el continente americano , los conquistadores dejaron tras de sí muchos soldados muertos, ya sea por las enfermedades, por los accidentes, por las heridas o por los envenenamientos provocados en la lucha contra los indígenas. Para solucionar esos problemas los Reyes Católicos redactaron una reglamentación "Para los servicios sanitarios y en Medicina de Campo".
Por la fama de las Minas de Porco primero, luego las de Potosí, la ciudad de La Plata, se convirtió en residencia de las familias de los españoles que se enriquecían con la explotación de los minerales , como quiera que las enfermedades no respetaban a los conquistadores. Las necesidades sanitarias de las colonias de América, fue la preocupación de los reyes de España, promulgaron las llamadas “Leyes de Indias”, el 11 de enero de 1570. Entre sus cláusulas estaban las referidas a nombramientos de Protomédicos generales para las colonias. De esa fecha data el establecimiento de los primeros de ellos en los Virreinatos de México y Perú.
Fueron muchos los que, llamándose médicos, vinieron a este continente mas con el propósito de hacer su América (6). Muchos de estos profesionales, así como los que se hacían pasar por tales, explotaban la ignorancia de los conquistadores y conquistados.
Como quiera que, el funcionamiento de los establecimientos sanitarios, de las boticas etc., el ejercicio profesional de los médicos, farmacéuticos, flebótomos y parteras, exigía un control permanente, fue necesario crear un organismo superior, dirigido por una calificada competencia médica que pudiera ocuparse de esa supervigilancia.
El protomedicato tuvo su origen en Roma, para el cuidado de los emperadores, pero donde estuvo mejor organizado fue en España, gracias a Alfonso III de Aragón (1285-1291) (8).Sus funciones se iniciaron en 1537, designándose un representante del protomedicato de España con el titulo de “Substituto del Protomédico”.(8.9) Tuvo como finalidad reglamentar el ejercicio de la medicina. A partir del reinado de Juan II de Castilla (1406-1454), quien extendió la Real Cédula de 1422, se creó el título de “Protomédico” o “Médico Primero del Reino”, con autorización exclusiva para actuar contra los crímenes y excesos que cometían los médicos, cirujanos, licenciados, farmacéuticos, etc., en el ejercicio de la profesión y con la autoridad suficiente para castigar conforme al derecho. El 30 de marzo de 1477, los Reyes Católicos decretaron la Ley Fundamental del Real Protomedicato.
Las necesidades sanitarias de las colonias de América, fue la preocupación de los reyes de España, promulgaron las llamadas “Leyes de Indias”, el 11 de enero de 1570. Entre sus cláusulas estaban las referidas a nombramientos de Protomédicos generales para las colonias. De esa fecha data el establecimiento de los primeros de ellos en los Virreinatos de México y Perú.
Los Protomedicatos se hallaban constituidos por un Protomédico y tres examinadores, los cuales todos juntos, y de ninguna manara uno sin otro, debían entender, conocer proveer y despachar “todo lo que atingiese a examinar a médicos, cirujanos, boticarios, barberos, flebotomianos, dentistas, algebristas, hernistas y parteras; expedir licencias después de aprobado el examen profesional; imponer castigos por ejercer la medicina sin autorización; aprobar textos para la enseñanza de la medicina y la cirugía; imprimir cartillas a sangradores y parteras; establecer cuarentenas en poblaciones afectadas por epidemias; vigilar el buen estado de conservación de alimentos y bebidas puestas al consumo público, y finalmente, velar por la salubridad y limpieza de las calles”.(3)
Como quiera que un solo Protomédico resultara insuficiente para atender el extenso territorio de esta parte de América, se creo por Reales Células de 1778 y 1781 el Protomedicato de Buenos Aires(7). A pesar de ello, las recargadas funciones de ambos Protomedicatos (Lima y Buenos Aires) no permitieron cumplir a cabalidad sus cometidos, acordaron transferir sus facultades a los cabildos, Ayuntamientos y Reales Audiencias. Durante los primeros tiempos de la Colonia, la ciudad de La Plata adquirió preeminencia por la benignidad de su clima y su proximidad atraía a los acaudalados mineros de Potosí. Era asiento de la Real Audiencia de Charcas y del Obispado, contaba también con un hospital el de “Santa Bárbara”
En su recorrido por el continente americano , los conquistadores dejaron tras de sí muchos soldados muertos, ya sea por las enfermedades, por los accidentes, por las heridas o por los envenenamientos provocados en la lucha contra los indígenas. Para solucionar esos problemas los Reyes Católicos redactaron una reglamentación "Para los servicios sanitarios y en Medicina de Campo".
Por la fama de las Minas de Porco primero, luego las de Potosí, la ciudad de La Plata, se convirtió en residencia de las familias de los españoles que se enriquecían con la explotación de los minerales , como quiera que las enfermedades no respetaban a los conquistadores. Las necesidades sanitarias de las colonias de América, fue la preocupación de los reyes de España, promulgaron las llamadas “Leyes de Indias”, el 11 de enero de 1570. Entre sus cláusulas estaban las referidas a nombramientos de Protomédicos generales para las colonias. De esa fecha data el establecimiento de los primeros de ellos en los Virreinatos de México y Perú.
Fueron muchos los que, llamándose médicos, vinieron a este continente mas con el propósito de hacer su América (6). Muchos de estos profesionales, así como los que se hacían pasar por tales, explotaban la ignorancia de los conquistadores y conquistados.
Como quiera que, el funcionamiento de los establecimientos sanitarios, de las boticas etc., el ejercicio profesional de los médicos, farmacéuticos, flebótomos y parteras, exigía un control permanente, fue necesario crear un organismo superior, dirigido por una calificada competencia médica que pudiera ocuparse de esa supervigilancia.
El protomedicato tuvo su origen en Roma, para el cuidado de los emperadores, pero donde estuvo mejor organizado fue en España, gracias a Alfonso III de Aragón (1285-1291) (8).Sus funciones se iniciaron en 1537, designándose un representante del protomedicato de España con el titulo de “Substituto del Protomédico”.(8.9) Tuvo como finalidad reglamentar el ejercicio de la medicina. A partir del reinado de Juan II de Castilla (1406-1454), quien extendió la Real Cédula de 1422, se creó el título de “Protomédico” o “Médico Primero del Reino”, con autorización exclusiva para actuar contra los crímenes y excesos que cometían los médicos, cirujanos, licenciados, farmacéuticos, etc., en el ejercicio de la profesión y con la autoridad suficiente para castigar conforme al derecho. El 30 de marzo de 1477, los Reyes Católicos decretaron la Ley Fundamental del Real Protomedicato.
Las necesidades sanitarias de las colonias de América, fue la preocupación de los reyes de España, promulgaron las llamadas “Leyes de Indias”, el 11 de enero de 1570. Entre sus cláusulas estaban las referidas a nombramientos de Protomédicos generales para las colonias. De esa fecha data el establecimiento de los primeros de ellos en los Virreinatos de México y Perú.
Los Protomedicatos se hallaban constituidos por un Protomédico y tres examinadores, los cuales todos juntos, y de ninguna manara uno sin otro, debían entender, conocer proveer y despachar “todo lo que atingiese a examinar a médicos, cirujanos, boticarios, barberos, flebotomianos, dentistas, algebristas, hernistas y parteras; expedir licencias después de aprobado el examen profesional; imponer castigos por ejercer la medicina sin autorización; aprobar textos para la enseñanza de la medicina y la cirugía; imprimir cartillas a sangradores y parteras; establecer cuarentenas en poblaciones afectadas por epidemias; vigilar el buen estado de conservación de alimentos y bebidas puestas al consumo público, y finalmente, velar por la salubridad y limpieza de las calles”.(3)
Como quiera que un solo Protomédico resultara insuficiente para atender el extenso territorio de esta parte de América, se creo por Reales Células de 1778 y 1781 el Protomedicato de Buenos Aires(7). A pesar de ello, las recargadas funciones de ambos Protomedicatos (Lima y Buenos Aires) no permitieron cumplir a cabalidad sus cometidos, acordaron transferir sus facultades a los cabildos, Ayuntamientos y Reales Audiencias. Durante los primeros tiempos de la Colonia, la ciudad de La Plata adquirió preeminencia por la benignidad de su clima y su proximidad atraía a los acaudalados mineros de Potosí. Era asiento de la Real Audiencia de Charcas y del Obispado, contaba también con un hospital el de “Santa Bárbara”
En fecha 4 de octubre de 1782 la Audiencia de Charcas presentó un alegato solicitando que el protomedicato se instale en Charcas, sede de la Universidad, cuyas partes mas importantes del mismo indican:”… En esta ciudad, que entre las del distrito es una de las mas civilizadas, apenas tiene un médico de profesión, asalariado, pero fuera de él parece existen otros ocultos… Siendo como es muy profusa la población y existencia de médicos útiles, conceptúa este Tral. que el método mas facil y adecuado para conseguirlos es fixar y establecer el protomedicato en esta ciudad…” (3). La Real Audiencia de Charcas, tenia facultad para representar o restringir las funciones de los que se dedicaban al arte de curar, salvaguardando al pueblo de impostores y charlatanes (8).
Según Abecia (2) pocos son los nombres de los que ejercieron la medicina en la ciudad de La Plata, "Por el año de 1625 funcionaban como médicos: Andrés Suárez, maestro de Sevilla y Diego Cisneros, ambos de mucho prestigio porque fueron incorporados en la Universidad de San Francisco Xavier..." A fines del siglo XVIII figuran como médicos titulares de la ciudad de La Plata, Don Mariano Joaquín Caballero, Don José Gregorio de Salas y Diego Saenz de Juano, merece mencionar el nombre del ilustre sabio Don José Bernando de Jussieu, quien estuvo en Chuquisaca el año 1753, fue obligado a dirigir la reparación del puente sobre el río Pilcomayo. en vista de que no existía en la Audiencia de Charcas ningún ingeniero. Jossieu siendo médico llegó como botánico en la expedición de Luis Gaudin, Bouguer y La Condomine, enviada por la Academia de Ciencias de París, para medir un arco del meridiano terrestre del Ecuador en 1734 (9)
Establecida la República, el Presidente Mariscal Andrés de Santa Cruz en 1833 emitió la Ley del 31 de octubre, reglamentando el funcionamiento del Tribunal del Protomedicato, el Dr. Passaman y Camino José Francisco Esteban (1788- 1850 ), natural del País Vasco - España(4), considerado como uno de los mas eminentes médicos en los primeros años de la república de Bolivia, fue nombrado Protomédico General la mencionada ley estableció el funcionamiento en La Pazde un “tribunal provisional del Protomedicato” compuesto por protomédico el Dr. José Cordón y Labra y dos examinadores los doctores Juan Nicoll y Pedro Marin Burnier de Fontaniel.(7) . Esos tres profesionales elaboraron un reglamento, que en sus párrafos iniciales sintetizaban el objeto de la creación de este Tribunal. Todos los profesionales (médicos, cirujanos, farmacéuticos) exhibirán ante el protomedicato los títulos que los habiliten para la actividad profesional, ninguno que viniera al país podrá ejercer su profesión sin comprobar su idoneidad. Procurando la conservación de la salud de sus individuos, velar por la higiene pública, describiendo las epidemias predominantes en el país e indicando las precauciones que se deben tomar para evitar el contagio.
El 3 de octubre de 1842, el Dr. Tezanos Pinto Tomás (Nacido en Chuquisaca 1812-1869) fue el primer médico que obtuvo su título de Profesor de Medicina y Cirugía, otorgado por el Protomedicato cuyo documento es el siguiente: “República de Bolivia – Nos el Presidente y Jueces examinadores Doctor Don José Claudio Quiroga Protomédico General, Don José Lazaro Carillo etcétera ‘ Por cuanto el Bachiller, Ciudadano Tomás de Tezanos Pinto, natural de Sucre, se ha presentado ante nuestro Tribunal, solicitando el Diploma de Profesor de Medicina en cuyas facultades se le ha examinado y obtuvo la correspondiente aprobación, según consta del respectivo libro y expediente formado al intento; por tanto mandamos librar a favor de aquel el actual Título y Licencia necesaria con plena facultad para que libremente, sin pena ni calumnia pueda usar y ejercer la Facultad de Medicina. Declaramos que el referido Bachiller Ciudadano Tomás De Tezanos Pinto ha prestado ante el Tribunal juramento de usar fiel y legalmente la facultad y asistir gratuitamente a los pobres de solemnidad…”En la ciudad de La Paz de Ayacucho a los tres días del mes de octubre de mil ochocientos cuarenta y dos (1)
El 22 de julio de 1843, el Protomedicato cambio de sede, estableciéndose en Sucre, fueron designados el Dr. Matías Agios como Protomédico y los Drs. Manuel Ascencio Cuellar y N. Corominola como vocales. Posteriormente fueron designados Presidente del Protomedicato el Dr. Manuel María Núñez(5) y vocales los doctores Manuel Mariano Montalvo y N. Matienzo, ellos fueron los últimos miembros del Tribunal. En 1892 el Gobierno a través de un D.S. creo los Tribunales Médicos en reemplazo del Protomedicato. (5.6)
BIBLIOGRAFIA
1.- Abecia V. “Algunos datos sobre la medicina y su ejercicio en Bolivia” Rev.Inst Med Sucre Año I; 6; agosto 1905
1.- Abecia.V. "Contribución a la historia de la medicina" Rev. Inst.Med.2;32:1905
2.- Balcazar L.M. “Historia de la medicina en Bolivia” Ediciones “juventud” la Paz 1959 pag 207.
3. - Calvo Vera. A “Protomedicato” Diccionario histórico de Bolivia T.2; 617, Editorial Tupac Katari, Sucre Bolivia 2001 4.-Costa-Cassaretto, related articles (Jose Passamán) Rev. Med Chil 1984, may 112 sd1.med.uchile.cl5- Dubravcic L.A. “Nuñez Manuel María” Rev.Ints. Med Sucre LXX, 125; 2005
6- Flores D. “Historia de la Sanidad Pública en Bolivia durante los primeros años de la República” T.III, 5 1974 La Paz Bolivia
7.- Rodríguez R. J. Médicos y Brujos en el Alto Perú Edit. Los amigos del Libro Cochabamba 1989 Pág. 115
8.- Saint Loup B.E, "Historia de la medicina" la medicina en Bolivia Organización Panamericana de la Salud, La Paz Bolivia 1991
9.- Sánchez P.J. "Contribución a la historia de la medicina boliviana -Época de la Colonia-" Arch.Bol de Med. 28:60:1986 Sucre Bolivia
1.- Abecia.V. "Contribución a la historia de la medicina" Rev. Inst.Med.2;32:1905
2.- Balcazar L.M. “Historia de la medicina en Bolivia” Ediciones “juventud” la Paz 1959 pag 207.
3. - Calvo Vera. A “Protomedicato” Diccionario histórico de Bolivia T.2; 617, Editorial Tupac Katari, Sucre Bolivia 2001 4.-Costa-Cassaretto, related articles (Jose Passamán) Rev. Med Chil 1984, may 112 sd1.med.uchile.cl5- Dubravcic L.A. “Nuñez Manuel María” Rev.Ints. Med Sucre LXX, 125; 2005
6- Flores D. “Historia de la Sanidad Pública en Bolivia durante los primeros años de la República” T.III, 5 1974 La Paz Bolivia
7.- Rodríguez R. J. Médicos y Brujos en el Alto Perú Edit. Los amigos del Libro Cochabamba 1989 Pág. 115
8.- Saint Loup B.E, "Historia de la medicina" la medicina en Bolivia Organización Panamericana de la Salud, La Paz Bolivia 1991
9.- Sánchez P.J. "Contribución a la historia de la medicina boliviana -Época de la Colonia-" Arch.Bol de Med. 28:60:1986 Sucre Bolivia
Dr. Antonio Dubravcic
Sucre - Bolivia
El Hospital “Santa Bárbara” cumplió el 1 de enero de 2016, 460 años de su fundación. Su historia es tan rica que es considerado patrimonio de la salud pública americana, ya que de todos los nosocomios construidos en ese siglo sólo queda el de Sucre. Rendimos nuestro homenaje al conmemorar el cuadrigentésimo quincuagésimo sexto aniversario
Calvo Ayaviri afirma que antes de la creación del “Hospital Real de Santa Bárbara” en la Villa de La Plata, ya existían los hospitales de San Diego y Santa Ana. En Cuzco en 1555 se fundó un hospital para indios. En la segunda mitad del siglo XVI en lo que corresponde a la jurisdicción de Charcas, se fundó el hospital de Paria; en la ciudad de Nuestra Señora de La Paz, se fundó el hospital San Juan Evangelista; y en la Villa Imperial de Potosí, el hospital de Belén (1).
Desde hace más de cuatro siglos, el hospital "Santa Bárbara" viene cumpliendo en beneficio de la colectividad, un servicio de salud ininterrumpido, por ello, es considerado como el decano de los servicios médicos en todo el país y sin duda uno de los más antiguos y persistentes en América Latina.
Con el propósito de preservar la salud y proteger el capital humano, en las villas y ciudades recién fundadas, el Rey Carlos V, dictó una Orden Real que instruía: “Encargamos a nuestros virreyes, audiencias y gobernadores, que con especial cuidado, provean que todos los españoles, indios de sus provincias y jurisdicciones, se funden hospitales donde sean cuidados los pobres enfermos, y se ejercite la caridad humana…” Realizada la fundación de la Villa de La Plata, las autoridades procedieron a la distribución de solares pero no se destinó ningún de ellos o sitio alguno para la edificación de un hospital.
Con anterioridad a esa resolución, los enfermos de la villa eran asistidos por los curanderos naturales (jampiris), o simplemente socorridos por los religiosos de los conventos existentes, donde se les proporcionaba algunos medicamentos (5).
Recordemos en forma sintética algunos pasajes del hecho histórico que significó su creación, analizando la cronología de lo registrado en diferentes obras, los documentos referidos a la fundación del hospital establecen lo siguiente: Vázquez Espinosa en 1624 decía que “La fundación del hospital se realizó el año de 1556” (2)
Calvo Ayaviri afirma que antes de la creación del “Hospital Real de Santa Bárbara” en la Villa de La Plata, ya existían los hospitales de San Diego y Santa Ana. En Cuzco en 1555 se fundó un hospital para indios. En la segunda mitad del siglo XVI en lo que corresponde a la jurisdicción de Charcas, se fundó el hospital de Paria; en la ciudad de Nuestra Señora de La Paz, se fundó el hospital San Juan Evangelista; y en la Villa Imperial de Potosí, el hospital de Belén (1).
Desde hace más de cuatro siglos, el hospital "Santa Bárbara" viene cumpliendo en beneficio de la colectividad, un servicio de salud ininterrumpido, por ello, es considerado como el decano de los servicios médicos en todo el país y sin duda uno de los más antiguos y persistentes en América Latina.
Con el propósito de preservar la salud y proteger el capital humano, en las villas y ciudades recién fundadas, el Rey Carlos V, dictó una Orden Real que instruía: “Encargamos a nuestros virreyes, audiencias y gobernadores, que con especial cuidado, provean que todos los españoles, indios de sus provincias y jurisdicciones, se funden hospitales donde sean cuidados los pobres enfermos, y se ejercite la caridad humana…” Realizada la fundación de la Villa de La Plata, las autoridades procedieron a la distribución de solares pero no se destinó ningún de ellos o sitio alguno para la edificación de un hospital.
Con anterioridad a esa resolución, los enfermos de la villa eran asistidos por los curanderos naturales (jampiris), o simplemente socorridos por los religiosos de los conventos existentes, donde se les proporcionaba algunos medicamentos (5).
Recordemos en forma sintética algunos pasajes del hecho histórico que significó su creación, analizando la cronología de lo registrado en diferentes obras, los documentos referidos a la fundación del hospital establecen lo siguiente: Vázquez Espinosa en 1624 decía que “La fundación del hospital se realizó el año de 1556” (2)
El filántropo Bartolomé Hernández. En 1554, se estableció en la Villa de La Plata don Bartolomé Hernández, próspero mercader y afortunado minero. En su domicilio organizó un albergue donde proporcionó a los enfermos hospedaje, curación y alimentación. Así este filántropo industrial fue le precursor del hospital
Antes de su fallecimiento dejó en su testamento 2.000.- pesos corrientes, para que puestos a Censo los réditos obtenidos por esa suma de dinero, se continuara con ese piadoso servicio. Dos décadas después de la fundación de la Villa de Plata, en los extramuros de la ciudad donde no existían viviendas, en 1557 se comenzó a construir la ermita de Santa Bárbara. La construcción se concluyó el 7 de marzo de 1559. Según las investigaciones, el contrato de obra fue suscrito el 5-VII-1555 ante el escribano Francisco Reinoso entre Juan Ramos, herrero, y Pedro Moreno, carpintero, por el precio de 800 pesos de plata. El 1 de enero de 1559 se juntaron a Cabildo el Corregidor y Justicia Mayor, Alcalde Ordinario, Regidor, Procurador, Mayordomo y otras personalidades de la ciudad para fundar el hospital bajo la advocación de Santa Bárbara, debido a que reconocieron “que en esta dicha ciudad no había hospital donde se acogiesen los pobres así españoles como naturales y de ello había mucha necesidad porque hay muchos enfermos especialmente indios y por no haber donde curarse los muchos de ellos han muerto y mueren”(1). |
El personal del hospital se componía de un médico, cirujano, barbero, boticario, enfermero, capellán, unos indios yanakonas para su servicio y un administrador que era nombrado por los cabildos Civil y Eclesiástico.
Don Francisco Marmolejo, que fungía como Regidor, presentó una solicitud en nombre del Cabildo al Virrey del Perú, manifestándoles que el nuevo hospital era de Patronazgo Real, asistiéndole en consecuencia el derecho de percibir el noveno y medio de los diezmos, como rentas para los principales gastos ordinarios y extraordinarios que devengaría su administración.
Gunnar Mendoza, a través de un documento encontrado en el Testimonio de Acta de posesión de los Juandedianos, constató que la fundación del hospital había sido en el año 1558 (3).
Valentín Abecia indica que el “Real Hospital de Santa Bárbara”, se estableció en razón de la importancia que adquirió la Villa de La Plata por ser residencia de los hijos de los conquistadores, de ricos mineros y de gente más notable que venía de la Península. (2.4)
Abecia no indica la fecha de la fundación, pero asegura que ya funcionaba antes del 27 de febrero de 1567, al transcribir la real Cédula de esa fecha dirigida al Presidente y Oidores de la Audiencia de Charcas que decía: “Que envíe información al Consejo de Indias, con su parecer, acerca del pedido de Miguel Serra, como Administrador de dicho hospital, de que se le haga alguna merced y se le ayude en su sustentación, e informe también acerca del mismo hospital, sobre su fundación, quienes son sus patrones...”(2.7)
El vecindario de La Plata en todas sus clases, exigió a las autoridades que de una vez por todas, que los enfermos fueran atendidos en forma eficaz y cristiana en un hospital, para cuya construcción se contaba con algún dinero fruto de las limosnas y donaciones.
Fue el Cabildo Secular el que por la presión de una población cada vez más numerosa y al estar convencido que solo la puesta en funcionamiento de un hospital aliviaría la salud de los enfermos pobres, se acordó la ejecución de la obra en una memorable reunión que estuvo integrada por los miembros del Cabildo, el Alcalde Ordinario Martín Almendras y el Corregidor y Justicia Mayor señor Altamirano. En esa reunión se nombró a los Canónigos Miguel Serra y Juan Ramos como Mayordomo y encargado de la construcción del nuevo hospital que se edificó anexo a la Iglesia de Santa Bárbara, originalmente una Ermita.
Al cabo de cuatro años finalizó la obra, el año 1563. Como una curiosidad arquitectónica, apuntaremos que Diego Sayago, maestro de albañilería, fue quien ejecutó la obra de la “insigne portada” del hospital, "a manera y suerte" del dibujo que tenía en su poder el fraile franciscano Hermano Juan de La Fuente, uno de sus primeros administradores.
A la conclusión de las obras referidas, fue designado como primer Mayordomo y Administrador el Bachiller Hernán Gutiérrez de Palacios. El nuevo nosocomio contó con tres salas que en aquel tiempo se denominaban enfermerías. La primera tuvo catorce camas donde se curaban los españoles; en la segunda, con diez y nueve camas, se atendía a los indios y en la tercera con diez y seis camas, se curaba a los mestizos mulatos y negros.
Según el cronista colonial Vásquez de Espinosa en 1610 el hospital tenía una capacidad de 55 camas, para una población en la Villa de la Plata de 3.072 habitantes, distribuidos de la siguiente manera: 1.100 hombres y 1500 mujeres, 300 sirvientes, 140 mulatos y zambos y 32 esclavos negros (10).
El personal fundacional estuvo constituido por un médico, cirujano, capellán, barbero y un enfermero, además de unos indios yanaconas que servían a los enfermos y acudían a todo lo necesario.
El hospital Santa Bárbara fue atendido por los algunos frailes, el hermano franciscano Juan de la Fuente, natural de Toledo, habiendo ingresado en tres oportunidades al hospital, tuvo que quedarse sirviendo en él por más de 20 años, construyó la enfermería, hizo una botica con todo género de medicinas, adornó las salas con pinturas, reedifico la iglesia de nuevo con un hermoso campanario, a esta época se refiere la construcción de la portada que actualmente presenta el edificio. Juan de Vivaz, fue un hermano lego de la orden de San Francisco, que sirvió durante muchos años en el hospital (5).
La organización del Hospital por aquellos tiempos estaba encomendada por lo general a un Mayordomo o administrador encargado de su funcionamiento y de una cofradía o hermandad, todos unidos por espíritu cristiano y sentido de redención de los pecados, con funciones específicas, cada uno cumplía una misión; todos debían ayudar al desenvolvimiento del Hospital, a su buen funcionamiento y sobre todo a la buena y caritativa asistencia de los enfermos para lograr su recuperación y su retorno al hogar y a sus labores; así como enterrar a los muertos, celebrar los actos de culto, recolectar las limosnas, donaciones y aportaciones; hacer los turnos diarios para vigilar la comida, el buen orden, la paz y la tranquilidad de los enfermos; concurrir a las visitas diarias del médico y demás acompañantes; controlar la producción de la botica, la salida de los medicamentos y también la venta al público, para generar más recursos (16).
El Dr. José Colmenares médico del hospital, reemplazado por el Dr. Francisco Xavier Mosquera, natural de Málaga, fue nombrado médico titular del Hospital Santa Bárbara por los maestros del Real Colegio de Cirugía de Cádiz, en la misma época Don Jaime Pérez, se recibió el título de cirujano en Buenos Aires y fue nombrado médico del hospital Santa Bárbara.
El Dr. Francisco Barrón Guillen, sirvió por más de diez años en el Hospital Santa Bárbara, fue sustituido en noviembre de 1797 por el Dr. Ildefonso Espinoza de los Monteros, que funcionó hasta 1811. José Moreno, fue el boticario del establecimiento desde 1798 a 1806, habiendo sido reemplazado por Don Pedro Inza (5).
Valentín Abecia relata que el Arzobispo San Alberto fundó una celda en el Real Hospital de Santa Bárbara para los clérigos pobres que enfermasen. Dicha fundación fue impuesta con el capital de $ 3.000 proveniente de las fincas de San Nicolás de Tororo y Airampo en Tomina, de una casa ubicada en la Plaza Mayor y otra en la esquina de San Francisco (4.5)
Lofstrom William (9), refiere que: “en el año de 1664 la administración del hospital pasó a manos de la orden religiosa de San Juan de Dios”, por ello el hospital también fue conocido con el nombre de hospital San Juan de Dios
Hacia el siglo XVIII el hospital fue considerado como una institución importante en la vida de la corte de la Audiencia de Charcas. Recibió ayuda económica del gobierno real en el noveno y medio de diezmo. En los cinco años anteriores a 1804 esta ayuda alcanzó la suma de 66,417 pesos y 3 reales. A pesar de ese apoyo generoso, tanto las autoridades reales, los médicos y cirujanos y además el vecindario “alto y bajo” estaban de acuerdo que el hospital necesitaba una reforma completa. (9)
A fines del mes de julio o principios de agosto del año de 1804 una epidemia azotó a la población de la Villa de La Plata. No se sabe a ciencia cierta la naturaleza de la enfermedad, pero no parece haber sido de proporciones desastrosas. Según afirma Lofstrom (9), esa epidemia pudo haber sido una erisipela. Muchos de los enfermos preferían recibir el tratamiento en sus propias casas, a ingresar al hospital, que en esa oportunidad gozaba de una bien merecida reputación de ser la antesala al cementerio.
El hecho de que mientras los enfermos hospitalizados fallecían con una frecuencia alarmante, los que recibían en sus casas el mismo tratamiento para la misma enfermedad, se sanaban prontamente, ello determinó que el médico del hospital realizará una visita no anunciada al hospital, descubrió que el farmacéutico, que también cayó con la misma enfermedad, no estaba proporcionando las drogas indicadas por el médico. Esta falta fue muy seria y se convirtió en un escándalo.
A mediados del mes de agosto del año 1804, en un informe elevado al cabildo municipal, se mencionó que “la renta del hospital se invertía por el prior del mismo, sin control alguno, que las condiciones sanitarias eran atroces, la comida mala, la sopa aguada y la farmacia mal surtida” (9).
El cabildo elevó el informe del síndico al presidente de la Real Audiencia el 30 de agosto del mismo año, después de una larga demora, se ordenó una investigación a gran escala en el hospital. Don Antonio de Villa Urrutia, oidor Decano de la Real Audiencia, fue nombrado encargado de la investigación, junto con algunas autoridades civiles y eclesiásticas. Villa Urrutía en su carta dirigida al Presidente de la Real Audiencia manifestaba que “sólo alguien que ha conocido a fondo el hospital, y había visto a los enfermos embutidos en una de aquellas covachas sepulcrales, padeciendo de pulmonía, o de otra grave enfermedad, podría comprender la escandalosa condición del hospital” (11)
La guerra de la independencia, durante los 15 años, que siguió a la revolución de mayo de 1809, provocó anarquía por la inseguridad político-social en las colonias españolas, lo que repercutió en la dotación de dineros para las instituciones, motivo por el cual el interesante proyecto del Oidor Villa Urrutía (1805) para reconstruir el hospital Santa Bárbara no pudo realizarse, recién en 1819, el Mariscal de Campo Dr. Rafael Maroto en su calidad de Presidente de La Real Audiencia, pudo mandar a reparar todo el hospital (5).
A esto se añadió la crisis aguda que se presentó en la Colonia a raíz de la Cédula Real de 25 de octubre de 1820 al ordenar la reorganización de los conventos religiosos en América. El Virrey la Serna ordeno en 1823 al Comandante de La Plata suprimir el convento de los hermanos hospitalarios de San Juan de Dios, los miembros de esta comunidad que administraban y trabajaban en el hospital tuvieron que irse al Cuzco, por ese motivo la Administración del hospital paso a depender de la Autoridad Eclesiástica (2).
Al fundarse la república de Bolivia, el Presidente Don Antonio José de Sucre, dictó el Primer Reglamento General de hospitales, interesante documento para su época, donde dan una idea sobre las costumbres y las nociones existentes para el tratamiento de los enfermos. Comienza por declarar que “el arreglo de los hospitales y curación de los enfermos es uno de los objetivos más sagrados de una nación” (6).
El Mariscal de Ayacucho, decidió reformar el Hospital Santa Bárbara, para el efecto organizó una Comisión encargada de realizar la inspección y evaluación correspondiente, la indicada comisión encabezada por el Dr. Miguel Antonio Luna, cirujano del ejercito del Libertador y Don Simón Rodríguez, famoso maestro de Simón Bolívar, informó que la capacidad de hospital era aproximadamente de sesenta pacientes, por lo que recomendaron la duplicación tanto en camas como en vestuario. En fecha 15 de diciembre de 1825 el Mariscal de Ayacucho en su calidad de Presidente de Bolivia emitió el “Reglamento General para el Hospital Santa Bárbara”, en él se estableció la reparación y reestructuración del edificio, dotación de calefacción, iluminación y elementos de limpieza, aumento del número de camas, una mejor atención médica y farmacéutica, buena labor de practicantes, enfermeras y personal subalterno (2).
El Dr. Miguel Antonio Luna desempeñó las funciones de Director del Hospital, tuvo el mérito de hacer una importante reconstrucción del edificio del hospital, mandó a construir la Sala Tercera (2,13).
Con motivo del Motín del 18 de abril de 1828, donde cayó herido el Mariscal Sucre, llegó a la ciudad el médico Torrally, para continuar con las curaciones.
El Dr. Charles Auguste Torrally, natural de Francia, fue Cirujano del Ejército del Libertador Simón Bolívar. Durante muchos años, se desempeñó como cirujano del hospital "Santa Bárbara", luego fue designado Director, en el ejercicio de esas funciones aplicó una serie de reformas, sobre la forma de curar las heridas, se dedicó íntegramente a la reconstrucción del hospital transformando las covachas sucias y malolientes en amplias salas con buena ventilación.
A principios de 1833, el Hospital Santa Bárbara presentó una ruina inminente, razón por la cual se dispuso cerrarlo por el lapso de un año para proceder a la reparación, habiendo los vecinos creado una suscripción voluntaria con el objeto de trasladar a otro sitio a los enfermos. Torrally en su calidad de Director del hospital no permitió que los pacientes saliesen del establecimiento, acometió la obra de la reconstrucción del edificio
El Ministro del Interior Don Mariano Enrique Calvo (1834), con motivo de una visita a ese hospital manifestó: "que las reformas que se han realizado en el hospital Santa Bárbara en su mayor parte se deben a la actividad infatigable y ardiente celo que el Dr. Torralli ha consagrado a esta obra benéfica. En poco más de un año, sin gravar al erario nacional con un centavo de gasto extraordinario, se ve transformada esta casa como por encanto, sus covachas angostas y sucias se han refaccionado con aseo y comodidad, se han aumentado el número de sus camas, y los míseros dolientes que antes no veían en él más que la antesala del sepulcro, respiran un aire libre, no temerán el contagio, si ser sepultados en vida bajo las ruinas de los edificios. Tales son las mejoras que se han hecho, y todo debido en la mayor parte a la actividad infatigable y su ardiente celo con que su Director el Dr. Carlos Augusto Torrally se ha consagrado exclusivamente a esta obra tan benéfica como interesante” (7.8.12)
Este es uno de los motivos principales por que en el acto de fundación del Instituto Médico Sucre el año 1895, los directivos decidieron colocar el retrato de Torrally en el Salón de Actos Públicos, para señalar a las generaciones venideras al hombre de ciencia y al filántropo distinguido (12).
Diferentes instituciones religiosas tuvieron a su cargo la administración del hospital Santa Bárbara: los Religiosos Juandedianos (1664-1825), el Cuerpo Médico de la Sociedad Humanitaria San Vicente de Paúl (1863-1883).
Don Aniceto Arce, enterado de las deficiencias y mala atención a los pacientes en los diferentes hospitales del país, con sus propios recursos y después de prolongadas gestiones ante instituciones religiosas en Europa, consiguió el viaje de algunas “Hijas de Santa Ana” para los hospitales de Sucre, Potosí, Cochabamba, Santa Cruz, Oruro y Tarija, la presencia de ellas se efectuó a partir de 1882.
Con excepción del hospital “Santa Bárbara” donde por un desacuerdo con la “Sociedad Humanitaria San Vicente de Paúl”, las Hijas de Santa Ana tuvieron que retirase, cuyo vacío se sintió en la población. Don Pedro Lazúrtegui y Doña Isabel Urriolagoitia, escribieron a la Superiora de las “Siervas de María, Ministras de los enfermos” con sede en Madrid, solicitando muy encarecidamente el envió de religiosas para la atención de los enfermos en la ciudad de Sucre, en el Hospital “Santa Bárbara” y del Manicomio “Pacheco”, la Madre Generala respondió enviando a siete Siervas de María. Después atravesar el Atlántico, arribaron a tierras americanas, luego de un largo y penoso viaje llegaron a Challapata, donde las esperaba una recua de mulas con sus arrieros, enviados por los esposos Lazúrtegui-Urriolagoitia. Luego de siete días de la incomodidad del viaje, hospedaje en muchas ocasiones en postas, el cansancio por la poca costumbre de cabalgar, de atravesar el altiplano por estrechos desfiladeros, cruzaron el majestuoso Pilcomayo, por fin llegaron a la Capital de la República.
Como un homenaje a las Siervas de María, presentamos la nomina de estas heroicas y benditas Madres de los enfermos: Rvda. Madre Superiora Rafaela Presno, Sor Laura Fernández, Sor Patrocinio Arangueren, Sor Rosalía Senosiain, Sor Camino Goñi, Sor Gloria Machin, Sor Providencia Betty y Sor Isabel Roselló (15).
El 21 de enero de 1899, tomaron posesión del Hospital y también del Manicomio “Pacheco”. Al cumplir 50 años de benéfica labor en Bolivia, en 1949, el Supremo Gobierno de la Nación, en reconocimiento a sus méritos les concedió la máxima condecoración boliviana, “La Medalla del Cóndor de los Andes”. Las Siervas de María, una institución religiosa muy apreciada y reconocida por la población, por su dedicación en la atención de los enfermos.
Condecoración con el “Cóndor de los Andes” al hospital universitario “Santa Bárbara”
El día 23 de julio de 1993, se realizó un trascendental acto de homenaje, donde el Gobierno Nacional presidio por el Lic. Jaime Paz Zamora, presidente Constitucional de la República de Bolivia, distinguió al Hospital “Santa Bárbara”, con la máxima condecoración: “El Cóndor de los Andes”, al haber cumplido más de 4 siglos de existencia.
Con la asistencia del Señor Ministro de Previsión Social y Salud Pública Dr. Carlos Dabdoub A. y del Dr. Jack Antelo S., Director General de Salud y la presencia de autoridades departamentales, políticas, militares, religiosas, además de los médicos, el personal paramédico, administrativo, Siervas de María del Hospital y público en general, en un acto que revistió contornos solemnes, se hizo rememoración histórica de los antecedentes del Hospital “Santa Bárbara”, que viene prestando a través de los siglos asistencia médica a todos los pacientes en su diversas capas sociales de nuestra ciudad y Bolivia (14).
Han transcurrido 454 años desde su fundación hasta nuestros días, innumerables generaciones de médicos y estudiantes han trajinado por sus salas y patios coloniales, cual si fuera un libro abierto, han aprendido a curar las enfermedades, se han formado médicos, bajo la tutoría de la Facultad de Medicina dependiente de Tricentenaria Universidad de San Francisco Xavier de Chuquisaca
Don Francisco Marmolejo, que fungía como Regidor, presentó una solicitud en nombre del Cabildo al Virrey del Perú, manifestándoles que el nuevo hospital era de Patronazgo Real, asistiéndole en consecuencia el derecho de percibir el noveno y medio de los diezmos, como rentas para los principales gastos ordinarios y extraordinarios que devengaría su administración.
Gunnar Mendoza, a través de un documento encontrado en el Testimonio de Acta de posesión de los Juandedianos, constató que la fundación del hospital había sido en el año 1558 (3).
Valentín Abecia indica que el “Real Hospital de Santa Bárbara”, se estableció en razón de la importancia que adquirió la Villa de La Plata por ser residencia de los hijos de los conquistadores, de ricos mineros y de gente más notable que venía de la Península. (2.4)
Abecia no indica la fecha de la fundación, pero asegura que ya funcionaba antes del 27 de febrero de 1567, al transcribir la real Cédula de esa fecha dirigida al Presidente y Oidores de la Audiencia de Charcas que decía: “Que envíe información al Consejo de Indias, con su parecer, acerca del pedido de Miguel Serra, como Administrador de dicho hospital, de que se le haga alguna merced y se le ayude en su sustentación, e informe también acerca del mismo hospital, sobre su fundación, quienes son sus patrones...”(2.7)
El vecindario de La Plata en todas sus clases, exigió a las autoridades que de una vez por todas, que los enfermos fueran atendidos en forma eficaz y cristiana en un hospital, para cuya construcción se contaba con algún dinero fruto de las limosnas y donaciones.
Fue el Cabildo Secular el que por la presión de una población cada vez más numerosa y al estar convencido que solo la puesta en funcionamiento de un hospital aliviaría la salud de los enfermos pobres, se acordó la ejecución de la obra en una memorable reunión que estuvo integrada por los miembros del Cabildo, el Alcalde Ordinario Martín Almendras y el Corregidor y Justicia Mayor señor Altamirano. En esa reunión se nombró a los Canónigos Miguel Serra y Juan Ramos como Mayordomo y encargado de la construcción del nuevo hospital que se edificó anexo a la Iglesia de Santa Bárbara, originalmente una Ermita.
Al cabo de cuatro años finalizó la obra, el año 1563. Como una curiosidad arquitectónica, apuntaremos que Diego Sayago, maestro de albañilería, fue quien ejecutó la obra de la “insigne portada” del hospital, "a manera y suerte" del dibujo que tenía en su poder el fraile franciscano Hermano Juan de La Fuente, uno de sus primeros administradores.
A la conclusión de las obras referidas, fue designado como primer Mayordomo y Administrador el Bachiller Hernán Gutiérrez de Palacios. El nuevo nosocomio contó con tres salas que en aquel tiempo se denominaban enfermerías. La primera tuvo catorce camas donde se curaban los españoles; en la segunda, con diez y nueve camas, se atendía a los indios y en la tercera con diez y seis camas, se curaba a los mestizos mulatos y negros.
Según el cronista colonial Vásquez de Espinosa en 1610 el hospital tenía una capacidad de 55 camas, para una población en la Villa de la Plata de 3.072 habitantes, distribuidos de la siguiente manera: 1.100 hombres y 1500 mujeres, 300 sirvientes, 140 mulatos y zambos y 32 esclavos negros (10).
El personal fundacional estuvo constituido por un médico, cirujano, capellán, barbero y un enfermero, además de unos indios yanaconas que servían a los enfermos y acudían a todo lo necesario.
El hospital Santa Bárbara fue atendido por los algunos frailes, el hermano franciscano Juan de la Fuente, natural de Toledo, habiendo ingresado en tres oportunidades al hospital, tuvo que quedarse sirviendo en él por más de 20 años, construyó la enfermería, hizo una botica con todo género de medicinas, adornó las salas con pinturas, reedifico la iglesia de nuevo con un hermoso campanario, a esta época se refiere la construcción de la portada que actualmente presenta el edificio. Juan de Vivaz, fue un hermano lego de la orden de San Francisco, que sirvió durante muchos años en el hospital (5).
La organización del Hospital por aquellos tiempos estaba encomendada por lo general a un Mayordomo o administrador encargado de su funcionamiento y de una cofradía o hermandad, todos unidos por espíritu cristiano y sentido de redención de los pecados, con funciones específicas, cada uno cumplía una misión; todos debían ayudar al desenvolvimiento del Hospital, a su buen funcionamiento y sobre todo a la buena y caritativa asistencia de los enfermos para lograr su recuperación y su retorno al hogar y a sus labores; así como enterrar a los muertos, celebrar los actos de culto, recolectar las limosnas, donaciones y aportaciones; hacer los turnos diarios para vigilar la comida, el buen orden, la paz y la tranquilidad de los enfermos; concurrir a las visitas diarias del médico y demás acompañantes; controlar la producción de la botica, la salida de los medicamentos y también la venta al público, para generar más recursos (16).
El Dr. José Colmenares médico del hospital, reemplazado por el Dr. Francisco Xavier Mosquera, natural de Málaga, fue nombrado médico titular del Hospital Santa Bárbara por los maestros del Real Colegio de Cirugía de Cádiz, en la misma época Don Jaime Pérez, se recibió el título de cirujano en Buenos Aires y fue nombrado médico del hospital Santa Bárbara.
El Dr. Francisco Barrón Guillen, sirvió por más de diez años en el Hospital Santa Bárbara, fue sustituido en noviembre de 1797 por el Dr. Ildefonso Espinoza de los Monteros, que funcionó hasta 1811. José Moreno, fue el boticario del establecimiento desde 1798 a 1806, habiendo sido reemplazado por Don Pedro Inza (5).
Valentín Abecia relata que el Arzobispo San Alberto fundó una celda en el Real Hospital de Santa Bárbara para los clérigos pobres que enfermasen. Dicha fundación fue impuesta con el capital de $ 3.000 proveniente de las fincas de San Nicolás de Tororo y Airampo en Tomina, de una casa ubicada en la Plaza Mayor y otra en la esquina de San Francisco (4.5)
Lofstrom William (9), refiere que: “en el año de 1664 la administración del hospital pasó a manos de la orden religiosa de San Juan de Dios”, por ello el hospital también fue conocido con el nombre de hospital San Juan de Dios
Hacia el siglo XVIII el hospital fue considerado como una institución importante en la vida de la corte de la Audiencia de Charcas. Recibió ayuda económica del gobierno real en el noveno y medio de diezmo. En los cinco años anteriores a 1804 esta ayuda alcanzó la suma de 66,417 pesos y 3 reales. A pesar de ese apoyo generoso, tanto las autoridades reales, los médicos y cirujanos y además el vecindario “alto y bajo” estaban de acuerdo que el hospital necesitaba una reforma completa. (9)
A fines del mes de julio o principios de agosto del año de 1804 una epidemia azotó a la población de la Villa de La Plata. No se sabe a ciencia cierta la naturaleza de la enfermedad, pero no parece haber sido de proporciones desastrosas. Según afirma Lofstrom (9), esa epidemia pudo haber sido una erisipela. Muchos de los enfermos preferían recibir el tratamiento en sus propias casas, a ingresar al hospital, que en esa oportunidad gozaba de una bien merecida reputación de ser la antesala al cementerio.
El hecho de que mientras los enfermos hospitalizados fallecían con una frecuencia alarmante, los que recibían en sus casas el mismo tratamiento para la misma enfermedad, se sanaban prontamente, ello determinó que el médico del hospital realizará una visita no anunciada al hospital, descubrió que el farmacéutico, que también cayó con la misma enfermedad, no estaba proporcionando las drogas indicadas por el médico. Esta falta fue muy seria y se convirtió en un escándalo.
A mediados del mes de agosto del año 1804, en un informe elevado al cabildo municipal, se mencionó que “la renta del hospital se invertía por el prior del mismo, sin control alguno, que las condiciones sanitarias eran atroces, la comida mala, la sopa aguada y la farmacia mal surtida” (9).
El cabildo elevó el informe del síndico al presidente de la Real Audiencia el 30 de agosto del mismo año, después de una larga demora, se ordenó una investigación a gran escala en el hospital. Don Antonio de Villa Urrutia, oidor Decano de la Real Audiencia, fue nombrado encargado de la investigación, junto con algunas autoridades civiles y eclesiásticas. Villa Urrutía en su carta dirigida al Presidente de la Real Audiencia manifestaba que “sólo alguien que ha conocido a fondo el hospital, y había visto a los enfermos embutidos en una de aquellas covachas sepulcrales, padeciendo de pulmonía, o de otra grave enfermedad, podría comprender la escandalosa condición del hospital” (11)
La guerra de la independencia, durante los 15 años, que siguió a la revolución de mayo de 1809, provocó anarquía por la inseguridad político-social en las colonias españolas, lo que repercutió en la dotación de dineros para las instituciones, motivo por el cual el interesante proyecto del Oidor Villa Urrutía (1805) para reconstruir el hospital Santa Bárbara no pudo realizarse, recién en 1819, el Mariscal de Campo Dr. Rafael Maroto en su calidad de Presidente de La Real Audiencia, pudo mandar a reparar todo el hospital (5).
A esto se añadió la crisis aguda que se presentó en la Colonia a raíz de la Cédula Real de 25 de octubre de 1820 al ordenar la reorganización de los conventos religiosos en América. El Virrey la Serna ordeno en 1823 al Comandante de La Plata suprimir el convento de los hermanos hospitalarios de San Juan de Dios, los miembros de esta comunidad que administraban y trabajaban en el hospital tuvieron que irse al Cuzco, por ese motivo la Administración del hospital paso a depender de la Autoridad Eclesiástica (2).
Al fundarse la república de Bolivia, el Presidente Don Antonio José de Sucre, dictó el Primer Reglamento General de hospitales, interesante documento para su época, donde dan una idea sobre las costumbres y las nociones existentes para el tratamiento de los enfermos. Comienza por declarar que “el arreglo de los hospitales y curación de los enfermos es uno de los objetivos más sagrados de una nación” (6).
El Mariscal de Ayacucho, decidió reformar el Hospital Santa Bárbara, para el efecto organizó una Comisión encargada de realizar la inspección y evaluación correspondiente, la indicada comisión encabezada por el Dr. Miguel Antonio Luna, cirujano del ejercito del Libertador y Don Simón Rodríguez, famoso maestro de Simón Bolívar, informó que la capacidad de hospital era aproximadamente de sesenta pacientes, por lo que recomendaron la duplicación tanto en camas como en vestuario. En fecha 15 de diciembre de 1825 el Mariscal de Ayacucho en su calidad de Presidente de Bolivia emitió el “Reglamento General para el Hospital Santa Bárbara”, en él se estableció la reparación y reestructuración del edificio, dotación de calefacción, iluminación y elementos de limpieza, aumento del número de camas, una mejor atención médica y farmacéutica, buena labor de practicantes, enfermeras y personal subalterno (2).
El Dr. Miguel Antonio Luna desempeñó las funciones de Director del Hospital, tuvo el mérito de hacer una importante reconstrucción del edificio del hospital, mandó a construir la Sala Tercera (2,13).
Con motivo del Motín del 18 de abril de 1828, donde cayó herido el Mariscal Sucre, llegó a la ciudad el médico Torrally, para continuar con las curaciones.
El Dr. Charles Auguste Torrally, natural de Francia, fue Cirujano del Ejército del Libertador Simón Bolívar. Durante muchos años, se desempeñó como cirujano del hospital "Santa Bárbara", luego fue designado Director, en el ejercicio de esas funciones aplicó una serie de reformas, sobre la forma de curar las heridas, se dedicó íntegramente a la reconstrucción del hospital transformando las covachas sucias y malolientes en amplias salas con buena ventilación.
A principios de 1833, el Hospital Santa Bárbara presentó una ruina inminente, razón por la cual se dispuso cerrarlo por el lapso de un año para proceder a la reparación, habiendo los vecinos creado una suscripción voluntaria con el objeto de trasladar a otro sitio a los enfermos. Torrally en su calidad de Director del hospital no permitió que los pacientes saliesen del establecimiento, acometió la obra de la reconstrucción del edificio
El Ministro del Interior Don Mariano Enrique Calvo (1834), con motivo de una visita a ese hospital manifestó: "que las reformas que se han realizado en el hospital Santa Bárbara en su mayor parte se deben a la actividad infatigable y ardiente celo que el Dr. Torralli ha consagrado a esta obra benéfica. En poco más de un año, sin gravar al erario nacional con un centavo de gasto extraordinario, se ve transformada esta casa como por encanto, sus covachas angostas y sucias se han refaccionado con aseo y comodidad, se han aumentado el número de sus camas, y los míseros dolientes que antes no veían en él más que la antesala del sepulcro, respiran un aire libre, no temerán el contagio, si ser sepultados en vida bajo las ruinas de los edificios. Tales son las mejoras que se han hecho, y todo debido en la mayor parte a la actividad infatigable y su ardiente celo con que su Director el Dr. Carlos Augusto Torrally se ha consagrado exclusivamente a esta obra tan benéfica como interesante” (7.8.12)
Este es uno de los motivos principales por que en el acto de fundación del Instituto Médico Sucre el año 1895, los directivos decidieron colocar el retrato de Torrally en el Salón de Actos Públicos, para señalar a las generaciones venideras al hombre de ciencia y al filántropo distinguido (12).
Diferentes instituciones religiosas tuvieron a su cargo la administración del hospital Santa Bárbara: los Religiosos Juandedianos (1664-1825), el Cuerpo Médico de la Sociedad Humanitaria San Vicente de Paúl (1863-1883).
Don Aniceto Arce, enterado de las deficiencias y mala atención a los pacientes en los diferentes hospitales del país, con sus propios recursos y después de prolongadas gestiones ante instituciones religiosas en Europa, consiguió el viaje de algunas “Hijas de Santa Ana” para los hospitales de Sucre, Potosí, Cochabamba, Santa Cruz, Oruro y Tarija, la presencia de ellas se efectuó a partir de 1882.
Con excepción del hospital “Santa Bárbara” donde por un desacuerdo con la “Sociedad Humanitaria San Vicente de Paúl”, las Hijas de Santa Ana tuvieron que retirase, cuyo vacío se sintió en la población. Don Pedro Lazúrtegui y Doña Isabel Urriolagoitia, escribieron a la Superiora de las “Siervas de María, Ministras de los enfermos” con sede en Madrid, solicitando muy encarecidamente el envió de religiosas para la atención de los enfermos en la ciudad de Sucre, en el Hospital “Santa Bárbara” y del Manicomio “Pacheco”, la Madre Generala respondió enviando a siete Siervas de María. Después atravesar el Atlántico, arribaron a tierras americanas, luego de un largo y penoso viaje llegaron a Challapata, donde las esperaba una recua de mulas con sus arrieros, enviados por los esposos Lazúrtegui-Urriolagoitia. Luego de siete días de la incomodidad del viaje, hospedaje en muchas ocasiones en postas, el cansancio por la poca costumbre de cabalgar, de atravesar el altiplano por estrechos desfiladeros, cruzaron el majestuoso Pilcomayo, por fin llegaron a la Capital de la República.
Como un homenaje a las Siervas de María, presentamos la nomina de estas heroicas y benditas Madres de los enfermos: Rvda. Madre Superiora Rafaela Presno, Sor Laura Fernández, Sor Patrocinio Arangueren, Sor Rosalía Senosiain, Sor Camino Goñi, Sor Gloria Machin, Sor Providencia Betty y Sor Isabel Roselló (15).
El 21 de enero de 1899, tomaron posesión del Hospital y también del Manicomio “Pacheco”. Al cumplir 50 años de benéfica labor en Bolivia, en 1949, el Supremo Gobierno de la Nación, en reconocimiento a sus méritos les concedió la máxima condecoración boliviana, “La Medalla del Cóndor de los Andes”. Las Siervas de María, una institución religiosa muy apreciada y reconocida por la población, por su dedicación en la atención de los enfermos.
Condecoración con el “Cóndor de los Andes” al hospital universitario “Santa Bárbara”
El día 23 de julio de 1993, se realizó un trascendental acto de homenaje, donde el Gobierno Nacional presidio por el Lic. Jaime Paz Zamora, presidente Constitucional de la República de Bolivia, distinguió al Hospital “Santa Bárbara”, con la máxima condecoración: “El Cóndor de los Andes”, al haber cumplido más de 4 siglos de existencia.
Con la asistencia del Señor Ministro de Previsión Social y Salud Pública Dr. Carlos Dabdoub A. y del Dr. Jack Antelo S., Director General de Salud y la presencia de autoridades departamentales, políticas, militares, religiosas, además de los médicos, el personal paramédico, administrativo, Siervas de María del Hospital y público en general, en un acto que revistió contornos solemnes, se hizo rememoración histórica de los antecedentes del Hospital “Santa Bárbara”, que viene prestando a través de los siglos asistencia médica a todos los pacientes en su diversas capas sociales de nuestra ciudad y Bolivia (14).
Han transcurrido 454 años desde su fundación hasta nuestros días, innumerables generaciones de médicos y estudiantes han trajinado por sus salas y patios coloniales, cual si fuera un libro abierto, han aprendido a curar las enfermedades, se han formado médicos, bajo la tutoría de la Facultad de Medicina dependiente de Tricentenaria Universidad de San Francisco Xavier de Chuquisaca